Si tomamos el dato solo, sin pensar ni analizar el contexto, decir que Yahoo! desaparece es escandaloso. Pero la realidad es que la empresa anunció que cerrará sus oficinas en Buenos Aires. ¿Cómo puede ser? ¿Acaso la Argentina no es importante para este gigante de Internet?
Bien, hay al menos dos verdades a medias en esta exaltada reacción. La primera y principal es que Yahoo! ya no es un gigante de Internet. Lo fue, claro, pero hace mucho.
La compañía, creada en 1994 por David Filo y Jerry Yang , ya había recibido un millón de visitas incluso antes de que el dominio yahoo.com fuera registrado, en enero del año siguiente. En marzo de 1995 nació como compañía privada y 13 meses después salió a la Bolsa. Internet era joven y todavía más joven era la Web, el servicio de hipertexto que hoy domina la Red. Creada por Tim Berners-Lee en la navidad de 1990, la Web estuvo disponible públicamente en agosto de 1991. En enero de 1993 -una década después del nacimiento de Internet- había sólo 15 servidores Web en el mundo. Pero en octubre el número había crecido a 500, y 9 millones de personas estaban en línea. Dos años más tarde la Web tenía más de 23.000 sitios y el número de usuarios ya superaba los 44 millones.
Esa era la escala del territorio que Yahoo! dominaría con éxito. Pero nada dura mucho en Internet, especialmente la escala, como analizaremos en esta nota.
Hay otra verdad a medias en el titular aislado de su contexto: no puede decirse si Buenos Aires ha perdido relevancia para Yahoo!; al menos, no han comunicado nada al respecto. Pero sí es cierto que América latina es una de las regiones que más pérdidas reportó en 2015. Para agregar una capa de complejidad, también Estados Unidos (donde nació la compañía) y Canadá cerraron en rojo el año que pasó.
La impresionante explosión virtual
Un persistente malentendido que rodea la historia del buscador fundado por Filo y Yang es que no era en realidad un buscador. Yahoo! nació como un directorio, una guía de sitios Web, que los empleados de la compañía escogían a mano. La marca proviene de las siglas Yet Another Hierarchically Organized Oracle (“aún otro oráculo jerárquicamente organizado”). Ofrecía también búsquedas, pero no eran su negocio principal y las tercerizaba.
Para la escala que la Web tuvo entre 1995 y 2001, la lógica de la guía de teléfonos tenía sentido. Pero la Web (e Internet en general) estaban a punto de explotar, y en más de un sentido. Esas explosiones arrasarían con Yahoo!.
Larry Page y Sergey Brin observaron que el crecimiento de la Web conduciría pronto a que los directorios fueran tan inmanejables como la misma Web. Sin embargo, las búsquedas automáticas, como las de Inktomi y Altavista, eran por entonces muy rudimentarias. Se preguntaron por qué y crearon un algoritmo de búsqueda más sofisticado. En septiembre de 1998 surgía, así, Google, que utilizaría la explosión demográfica de la Red como viento de cola.
El número de sitios Web estaba ahora cerca de los 3 millones, y a comienzos de este siglo traspasaría los 39 millones. El pajar en el que Yahoo! debía hallar algo de valor se había vuelto monumental, inaccesible para los seres humanos. Había llegado la hora de los robots de software que buscan, incansablemente, por toda la Web, y era sólo el principio. Al momento de escribir estas líneas, hay casi 1000 millones de sitios Web. En 2014, el número de páginas individuales indexadas por Google era de 30 billones; sí, un 30 seguido de doce ceros.
La burbuja se rompió
Esta expansión, que puso en línea a 300 millones de personas hacia finales del siglo pasado (hoy son más de 3000 millones), disparó una fiebre del oro ciega y, sobre todo, mal informada. Entre 1999 y 2001 se volcaron decenas de miles de millones de dólares en cientos de compañías puntocom (por la terminación .com de sus direcciones Web), muchas de las cuales no tenían ni siquiera el más precario plan de negocios. Esta especulación descomunal, pero hueca, conjuró una tormenta perfecta y la burbuja puntocom terminó por colapsar, dejando un tendal de empresas de Internet y arruinando organizaciones que habían hecho su agosto con el boom de las puntocom , como fue el caso de Sun Microsystems, luego adquirida por Oracle. La onda expansiva alcanzó incluso a docenas de excelentes sitios de comercio electrónico.
Yahoo! sobrevivió al desastre, pero su acción, que había alcanzado un valor pico de 118,75 dólares el 3 de enero de 2000, nunca se recuperó. En septiembre de 2001, tocaría su piso histórico de 8 dólares; el miércoles, cuando se anunció el plan de recortes de la compañía , rondaba los 27. Pese a la severidad del achique, no sedujo a los inversores.
La lenta desaparición de Yahoo!, escalonada por cambios de directores ejecutivos y adquisiciones notables pero sin una estrategia clara, tiene muchos orígenes, pero hay dos que son clave. El primero es responsabilidad de la compañía: no supo dejar atrás el pasado. Se aferró al concepto de portal (tal vez porque fue uno de los pioneros en este rubro), mantuvo su anacrónico directorio con vida hasta el 31 de diciembre de 2014, no prestó suficiente atención a los móviles, y sigue la lista. Ni siquiera puso al día su estética con suficiente convicción.

El segundo origen tiene que ver con las extravagancias de la economía de Internet. Por ejemplo, sólo un puñado de empresas gana dinero en línea, y lo hace en cifras astronómicas. Apple, Google, Facebook, Amazon y unas pocas más. Es muy raro. En cualquier otra industria una concentración semejante resultaría inviable. En la Red y en ciertos rubros como el del software y algunos servicios en línea damos por sentado que es algo normal. No lo es. Es como si no hubiera lugar para segundos y terceros, para la diversidad. ¿Es sustentable un ecosistema que produce tantos monopolios? Yahoo! dio ganancias mientras dominaba por completo la Web. En cuanto se distrajo un instante, empezó su caída.
Además, seguimos sosteniendo algunos axiomas que se han probado falsos, como el de que las visitas equivalen a dinero. No siempre es así. Yahoo! está en el quinto lugar de los sitios más visitados de la Red, y pese a esto deberá desprenderse de las oficinas en Buenos Aires, Dubai, Ciudad de México, Madrid y Milán y reducir un 15% su personal, alrededor de 1500 empleados. No es raro que el popular e influyente Twitter esté en serios problemas. O que la Wikipedia, que se encuentra en el séptimo lugar entre los sitios más visitados de Internet, subsista con donaciones, sin publicidad, es decir, sin monetizar las más de 7000 millones de páginas vistas por mes que la versión inglesa de la enciclopedia tuvo, por ejemplo, en diciembre del año último.
No es la primera vez que Yahoo! hace grandes recortes de personal. Arrancó 2008 con 1000 empleados en la calle, y volvió a hacer una restructuración en diciembre, acorralado por la crisis financiera global de ese año. En 2012 se desprendería de otros 2000 trabajadores. Respecto del cierre de su sede en Buenos Aires, una fuente de la compañía respondió que no dan a conocer el número de empleados que trabajan en sus oficinas, “pero podemos decir que no son oficinas grandes.” En cuanto a sus servicios en el país, dijo que “la oferta de productos de consumo de Yahoo! en el nivel local se mantiene”.
La historia de Yahoo!, que, dicho de manera sencilla, está abierta a la posibilidad de vender sus negocios en línea, y, según algunos analistas, podría ya no existir como compañía independiente dentro de dos años, sirve para replantearse si tiene sentido aquello de que la economía de Internet puede funcionar con reglas que serían disparatadas en otros negocios simplemente “porque la Red es diferente”.
El estallido de la burbuja puntocom debió servir como una enérgica advertencia de que los negocios se basan en la racionalidad, dentro o fuera de Internet. Dato: en 2008, Microsoft ofreció 44.600 millones de dólares para quedarse con Yahoo!. Para horror de sus accionistas la oferta fue rechazada por el directorio “porque subestimaba su marca, sus audiencias y sus perspectivas de crecimiento”. A la distancia, es evidente que para entonces, el deterioro era irrecuperable; tanto, que existe el consenso de que Microsoft no habría ganado mucho con la adquisición.
Ocho años después, la mayor parte del valor de mercado de la compañía está en su participación en el gigante chino del comercio electrónico, Alibabá. Es por lo menos sintomático que las acciones de una compañía de Internet hayan subido cuando, en diciembre, el directorio de Yahoo! evaluó desprenderse del de sus negocios de Internet. Al menos en una época tan temprana como 2009, Carol Bartz , una de las directoras ejecutivas que pasó por el timón de la empresa, ya se preguntaba qué era exactamente Yahoo!.
Sin embargo, Marissa Mayer , CEO de la compañía desde julio de 2012, una ejecutiva que trabajó 13 años en Google (fue su empleada número 20) y por lo tanto debería saber mucho sobre Internet, insistía en diciembre último y se mantiene firme en la idea de salvar los negocios online de Yahoo!. Esto es, Tumblr , el correo electrónico y las búsquedas , todos terrenos que no sólo se encuentran superpoblados y dominados por colosos, sino que ya están en el espejo retrovisor de Internet. Incluso Twitter y Facebook ya empiezan a sonar como algo no demasiado novedoso. Ahora hay otras estrellas en ascenso, otras tendencias, otras revoluciones. Quiera Mayer aceptarlo o no, en tecnologías digitales las partidas se juegan siempre en el futuro. O se pierden con seguridad.
Fuente: La Nación